Muerte celular
Imagen de necrosis coagulativa
Envejecimiento
celular: los radicales
libres son átomos ó grupos de átomos altamente reactivos, formados por
energía radiante sobre el agua, por
metabolismo de drogas con producción de productos hepatotóxicos, residuos de
metabolismo normal, como agua oxigenada, anión superóxido y oxhidrilos (que van
acumulándose y tienen que ver con el envejecimiento del individuo), por metales
de transición, metabolismo del nitrógeno y del cloro, y pueden provocar daño en
casos de reperfusión de órganos isquémicos.
Estos radicales
reaccionan contra compuestos biológicos, como el ADN (principalmente de cadena
simple y positiva), oxidan proteínas, y hay peroxidación de lípidos de
membrana: la doble ligadura de una de sus colas es más reactiva, y allí es
donde se une el radical libre. Esta unión recibe el nombre de “iniciación” de
la peroxidación. La “propagación” se da porque este primer fosfolípido
peroxidado actúa como radical libre, y propaga el efecto por toda la membrana.
La “terminación” se da cuando en la membrana se interpone una sustancia
antioxidante como la vitamina E que es liposoluble, y frena el proceso.
Otros
antioxidantes son vitamina A, C, proteínas que ligan metales de transición
(ceruloplasmina, transferritina), selenio, enzimas catalasa,
superoxidodismutasa, y glutatiónperoxidasa.
Lesión
irreversible: La reacción de una célula frente a
una injuria puede tornarse irreversible al cruzar el “punto de no retorno”, y posiblemente esta transición esté
determinada por vacuolización mitocondrial y lisosomal, y alteraciones graves
en la funcionalidad de la membrana celular, con entrada masiva de calcio al
citoplasma, en un nivel que la célula es incapaz de revertir.
Los cambios observables
son citoplasma con diferente coloración, tumefacción celular, lisosomal y mitocondrial, patrones de distribución de la
cromatina alterados, figuras de mielina (fosfolípidos de membrana enroscados),
depósitos de calcio intracelulares. Las células liberan contenidos
citoplasmáticos al intersticio celular, siendo posible determinar qué tejido
está dañado, observando el patrón proteico en el suero: lactatodeshidrogenasa y
queratinquinasa = miocardiocitos; LDH, GPT, GOT, fosfatasa alcalina = hígado; aspartato-aminotransferasa
y creatinquinasa = músculo esquelético; lipasa y amilasa = páncreas.
Finalmente, hay
que resaltar que los tejidos tienen distinto metabolismo y vascularización, y
eso les confiere diferentes resistencias; así, ante la isquemia, el hígado
atraviesa el punto de no retorno luego de 1-2 hs., 30 min. en miocardio, y 3-5
min. en cerebro.
Muerte
celular: Hay dos tipos: la “necrosis”, que es
muerte celular por una injuria directa, y “muerte celular programada”:
“apoptosis”, en el que se activa un programa genético de muerte, activado por
distintas vías, “autofagia”, en la que intervienen enzimas lisosomales sin
alteración de citoesqueleto ni núcleo, y ocurre en cavitación de órganos,
Alzheimer, Parkinson y tumores; y “cornificación” como los queratinocitos
epiteliales.
Apoptosis: Tipo de muerte
celular en el que se activa un programa genético de muerte. Participa en procesos patológicos y
fisiológicos, afecta células aisladas, no se produce inflamación porque los
restos celulares son fagocitados, y requiere gasto de energía.
Este mecanismo
participa en histogénesis y organogénesis, no permite la reproducción de
células con defectos genéticos, ocurre en PMN en inflamación, es abundante en
procesos tumorales (hay una competencia entre mitosis y muertes), y puede ser
inducida por NK y LT, y estímulos nocivos.
La morfología
característica comprende contracción durante todo el proceso, escasa alteración
de organelas, ruptura del ADN
internucleosomal, formación de cuerpos apoptóticos, cambio de forma
celular, y abundante eosinofilia.
“Vía intrínseca”
o vía mitocondrial: Las proteínas de la familia Bcl2 regulan la permeabilidad
de la membrana mitocondrial. El grupo Bcl2 disminuye la permeabilidad
(antiapoptóticas), y las Bax- Bad, la aumentan (proapoptóticas). Del balance
entre estas dos, sale Citocromo C al citoplasma, o no. Si lo hace, se activa el
programa genético, porque en el citosol actúa como inductor de muerte: activa
el complejo proteico llamado apoptosoma, que transforma a una procaspasa de
iniciación, en una caspasa de “iniciación”. Luego, las caspasas de “ejecución”
cumplen funciones como activación de endonucleasas, catabolismo del
citoesqueleto y activación de fosfolipasas. Finalmente, los restos celulares
son eliminados por “fagocitosis”.
“Vía extrínseca” o de receptores de muerte: La célula recibe señales proapoptóticas del exterior y de células vecinas. Dos familias de receptores se han identificado: las proteínas Fas y el TNF.
En resumen, las
fases de la apoptosis son la señalización (intrínseca o extrínseca), control e
integración, ejecución, y eliminación de células muertas.
Necrosis: u oncosis, es el
estado que se alcanza cuando la injuria celular no puede revertirse, los
cambios morfológicos suceden en el tejido vivo; pueden visualizarse
ultraestructuralmente a las 6 hs., histológicamente antes de las 12 hs. y
macroscópicamente, uno o dos días después.
Es casi
exclusiva de procesos patológicos, afecta regiones extensas, responde a
injurias exógenas, se inicia con tumefacción, hay alteración de organelas, la
ruptura del ADN es azarosa, existe respuesta inflamatoria, no requiere energía,
los núcleos adquieren distinta morfología: picnótico (cromatina condensada,
bien violeta), cariorrexis (condensada en la periferia), cariolisis (núcleo
pálido, laxo) o sin núcleo; y hay básicamente dos procesos imperantes:
desnaturalización proteica, y digestión enzimática de la célula.
Necrosis
coagulativa: El proceso que prevalece es la
desnaturalización de proteínas, por lo que la estructura básica del órgano se
conserva, aunque está modificada. Es característica después de hipoxia, excepto
en el SNC.
Necrosis
licuefactiva: El proceso aquí es la digestión enzimática,
por lo que el tejido se “licúa”. Le sigue a la hipoxia en SNC. Cuando actúan
los PMN contra bacterias extracelulares, las enzimas que liberan destruyen las
noxas y el tejido, por lo que al microscopio no se distingue la estructura.
Luego se forma pus, y se encierra en una cavidad neoformada, constituyendo un
“absceso”, con PMN, restos tisulares, y bacterianos (si es en una cavidad
preformada, se llama “empiema”)
Necrosis
caseosa: Es un intermedio entre los procesos
anteriores. Las bacterias que preceden a este estado son endocelulares, ácido-
alcohol- resistentes (como micobacterias, en el foco de infección tuberculosa).
Aquí la estructura que se forma es un “granuloma”, sin PMN, con macrófagos,
linfocitos, restos celulares, y una cápsula de tejido conectivo.
Macroscópicamente se ve con el aspecto de ricota, y al microscopio, la
estructura tisular se pierde, el foco se halla rodeado de un halo de
inflamación granulomatosa, y en el centro puede haber depósitos de calcio, de
una marcada basofilia.
Necrosis
fibrinoide: en tejido conjuntivo, pared de vasos
sanguíneos, y membranas basales.
Formas
especiales de necrosis
Necrosis de
las grasas: “Enzimática”: como secuela de una
pancreatitis, en la que se liberan enzimas que actúan con el tejido adiposo, generando
ácidos grasos, que se saponifican y forman jabones al contacto con calcio,
sodio o potasio; es común en hembras caninas adultas, y produce inflamación.
“Traumática”:
secuela de isquemia, áreas necróticas y no necróticas, con gran proceso inflamatorio.
“Nutricional”:
enfermedad de la grasa amarilla, por deficiencia de vitamina D y selenio, en
zonas de ácidos grasos no saturados (susceptibles a radicales libres)
Gangrena: Es un cuadro con mezcla de
necrosis coagulativa y licuefactiva, resultado de alteraciones circulatorias,
que ha experimentado cambios secundarios. Se presenta una línea de demarcación
rojiza o azulada, por inflamación periférica, y existen cambios de color por
las etapas de degradación de la Hb, formación de gases, desecación y putrefacción.
“Seca”: Ocurre
en zonas de circulación terminal, luego de vasoconstricción por frio, fastuosas
o ergotismo. Hay necrosis coagulativa sin proliferación bacteriana. Morfológicamente
se presenta color pardo- negruzco, induración coriácea y zona fría.
“Húmeda”: Se da
en órganos internos, suele haber contaminación bacteriana (saprófitas) con
reblandecimiento de tejidos. La putrefacción progresa rápidamente y el color se
torna pardo verdoso, con aspecto sucio, blando, pastoso, crepitante y con mal olor
por H2S; frio e insensible. Hay gran riesgo de toxicidad por absorción de los
productos de putrefacción.
“Hemorrágica”:
Gangrena húmeda en segmentos de torsión intestinal.
“Gaseosa”:
Variable de la húmeda, con contaminación por bacterias anaeróbicas del genero
Clostridium. Hay liberación de
Momificación
fetal o leptopedia: Semejante a gangrena seca,
ocurre en fetos, e implica directamente muerte corporal. No hay contaminación
bacteriana.
Consecuencias de la necrosis: hay difusión de productos tóxicos del tejido necrosado, pérdida de
función. Localmente se lleva a cabo una respuesta inflamatoria con leucocitos
para limitar la lesión, absorción del tejido, ulceración o cicatrización, con
retracción, comunicación con conductos para drenaje del tejido necrótico,
organización de capsula de TC que rodea
el área necrótica, y se drena pus, formación de pseudoquistes en el sistema
nervioso, calcificación distrófica.
Muerte corporal: Se da
ante la suspensión de la función cardiaca, cerebral y pulmonar (en humanos, son
20 minutos de EEG plano), luego de “agonía” o sólo muerte súbita.
Rigor mortis: rigidez cadavérica. El ATP acumulado se usa para la contracción
simultanea de grupos musculares antagónicos en el siguiente orden: corazón, diafragma,
músculos utilizados justo antes, cuello, cabeza, y hacia caudal. El grado
máximo se alcanza a las 5-8 hs., desaparece al dia, y se prolonga con el frio.
Desaparece en el mismo orden.
Algor mortis: frialdad cadavérica, de 1° por hora en animales pequeños; en los
grandes, con pelaje largo o grasa, coincide con el calor por putrefacción.
Puede aumentar al comienzo por las contracciones, y no sucede en tétanos.
Palor mortis: palidez de los órganos que quedaron hacia arriba.
Liver mortis: enrojecimiento maculoso de los órganos que quedaron hacia abajo.
Otros: ojo cadavérico, imbibición de bilis y hemoglobina, coagulación
postmortem, desplazamiento de órganos.
Autolisis y
putrefacción: la autolisis postmortem no va seguida
de resorción por el organismo, sino que rápidamente le sucede la putrefacción,
como resultado de la acción de bacterias, hongos y levaduras. No se produce
inflamación. Los gases producidos dilatan los órganos y cavidades orgánicas, y
el ácido sulfúrico causa mal olor y coloración negruzca.
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